Esa dualidad... ese Dr. Jekyll y Mr. Hyde que desborda, confunde, ataca y se convierte en un cáncer dañino, una nube negra que a toda costa quiere expandirse porque confunde las palabras, señales amenas y apacibles con lanzas de ataque. Sin querer ver que es una muestra de un cariño genuino que vive por vivido, por inercia absurda, porque no hay manera de negar aquella existencia, en fin porque antes de ya fue, fue. Es que ese Dr. Jekyll ya no se ve, se fue, ya fue, se esfumó. Ya no queda ni esa imagen de la espera y junta en la plaza, en esa banca de al medio de la avenida y flores, ni la ropa manchada por plumones de primos, sobrinos, familia.
Sólo está al parecer bajo la sombra del recuerdo detrás de Mr. Hyde, lleno de inconsecuencia, negatividad y una lluvia en expansión. Sin querer reconocer, ya sin querer creer se termina aceptando. Es real, porque suma y suma para forjar una barrera, que no permite retroalimentarse y se llena de desgana y cansancio. Porque sí, ya da igual, ya cansaste, ya cada vez los dardos importan menos. Más si están fuera del mapa, sin comportamientos erróneos culpantes ni causantes de irás incontrolables y desbordantes que como Dr. Jekyll se desatan en Mr. Hyde lleno de rencor interno, de problemas introspectivos que no han estado bajo una retrospectiva mirada y a la larga escapan como kamikazes en la constelación equivocada. En la que siempre estuvo manteniendo ese deseo de estrecharte, de volver a despegar en una misma dirección, de acoger que simplemente es aceptarse, pero como es querer certero lejos es estar mejor y en esa realidad se proseguirá... Sin rastro de Jekyll, lo veo hablar...
1 comentario:
No me queda claro lo que se quiere comunicar. Es un texto muy personal, y no permite que el lector se sume o entienda. Son los riesgos d elos textos cortos también. Ojo con la reiteración de palabras.
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